Todos somos políticos, es una verdad histórica e inalterable, sin embargo, es de suma importancia destacar el elevado nivel de politización que, para bien del país, ha experimentado la sociedad como un todo. Las mayorías caminan en dirección al cambio político, no se calan las mentiras, no temen a la andanada de amenazas y chantajes, ni a la salvaje represión con alto tinte fascista que el régimen aplica.
El País ha entrado en una fase de calentamiento de calle, que por más que perdamos algunos rounds, no habrá tiempo para la desmoralización, ni para la frustración. El régimen nos asedia con el hambre, cerca los medios de comunicación y desata su furia propinándonos golpes bajos, deteniendo, hiriendo y asesinando manifestantes, pero la gente sigue para adelante. Como en toda lucha, no todos los golpes se esquivan, pero lo sorprendente es que, si nos dan uno, antes de caer al suelo, nos recuperamos, nos colocamos de pie y pasamos a la ofensiva.
Ha aprendido tanto la sociedad, que no le presta atención a la diatriba, ni a la confrontación estéril, ni a las pugnas por el protagonismo o la hegemonía política entre el liderazgo opositor. La gente ha demostrado, en eso, tener mayor claridad y madurez, su firmeza y determinación por salir del régimen, está por encima de esas distracciones; hace caso omiso a los rumores y a la contra información enviada desde el poder, cosa no asimilada aún por algunos de los llamados guerreros del teclado, que a priori se hacen eco de las mismas, descalificando a diestra y siniestra; además de desmarcarse de grupos delictuales que buscan embarrar la protesta popular con acciones inconfesables.
De todas formas, ninguna lucha por más unitaria que sea, escapa de ruidos y distorsiones y menos cuando las cosas son tan complejas, como ahora. Pero como dice la vieja consigna popular, ¡la lucha une, la unidad del pueblo vence!, de hecho, el fervor de la protesta ha coadyuvado en la superación de las debilidades que padecíamos; se ha aminorado la pugnacidad interna, comienza a gestarse el anhelado engranaje entre los sectores que desde siempre se han movilizado, con los que luchan por su sobrevivencia y los rebeldes silenciosos; así como el haber logrado la hazaña de producir un consenso en torno al objetivo principal de esta jornada.
Todos los sectores, partidos políticos, los políticos no partidistas, los trabajadores, el movimiento estudiantil, la sociedad civil organizada, las academias, los gremios profesionales, las organizaciones comunitarias, las iglesias, los empresarios, en medio de las emociones que produce la conflictividad social y política, han venido descifrando el orden en que deben producirse los cambios; hay claridad en que la estrategia de calle no violenta, le propinará la estocada final a la dictadura; que debe producirse una transición, en medio de la cual se restablezca el hilo constitucional, se libere a los presos políticos, se le de apertura al canal humanitario y se convoque a elecciones generales. Proceso que debe servir de base para la conformación de un gobierno de unidad nacional, que a su vez tendrá la tarea de reconstruir el país, con la mirada puesta en un programa de cambio que conduzca al desarrollo y al progreso de la Nación.
Ing. Golfredo Dávila, Secretario General de Vanguardia Popular en el Zulia
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