VENEZUELA RECLAMA CON URGENCIA UN CAMBIO DE RUMBO
Venezuela vive la más profunda crisis de las últimas décadas. Sufrimos un acelerado proceso de empobrecimiento en las condiciones materiales y espirituales de existencia del pueblo y la sociedad en su conjunto pareciera marchar irremediablemente hacia el colapso. El gobierno de Nicolás Maduro, fuente y causa principal de esta crisis, ha sido desbordado por la magnitud de la misma, evidenciándose incapaz de dominarla y revertirla. Como la red de Abastos Bicentenario, la cúpula del régimen se pudrió y ya no está en condiciones de seguir gobernando la nación.
Nuestro país es hoy la economía con la más alta inflación del mundo (240%) y una de las recesiones más profundas del planeta (-10% del PIB). También somos el país más corrupto del continente y nuestra capital, Caracas, ha sido convertida en la ciudad con el índice de criminalidad más alto del orbe. Las reservas internacionales han caído por debajo de los niveles de 2003, para situarse en 13.500 millones de dólares; el déficit fiscal es de 20 puntos del PIB y padecemos una grave sequía de divisas que ha reducido drásticamente el comercio de exportación e importación y paralizado el aparato productivo nacional. No obstante todo esto, Venezuela es también, paradójica y vergonzosamente, el país del continente con el más elevado gasto en compras militares y uno de los más altos del mundo.
Carestía, desabastecimiento, inseguridad y crisis de todos los servicios públicos, especialmente grave en los casos de la salud, la electricidad, la educación, el transporte y el servicio de agua, son algunas de las más dramáticas consecuencias. El salario de los trabajadores se pulveriza frente a la escasez y la especulación, el desempleo y el empleo precario se acentúan y se deterioran todos los signos de la convivencia social. Largas colas diarias, en procura de alimentos y medicinas, agotan el tiempo, la salud y la paciencia de nuestros compatriotas, quienes en una proporción de más de 80% manifiestan su descontento y demandan con urgencia un Cambio de Rumbo en la orientación y conducción de los destinos del país. No se trata de un asunto entre opositores y chavistas: se trata de un clamor que une a todo el país y que debe ser atendido por el liderazgo político nacional y particularmente por el gobierno de Maduro.
La reiteración, no obstante, en las políticas que han dado origen a esta situación ha sido la única respuesta de un gobierno impotente y sin voluntad de rectificación, que continúa adelante con su paquete de medidas neoliberales y fiscalistas, descargando sobre los hombros de los trabajadores y el pueblo todo el peso de la crisis. En su desesperación entrega la soberanía nacional a la voracidad del capital financiero internacional y a las transnacionales depredadoras del medio ambiente, en operaciones de remate que, a cambio de dólares e inversión, amenazan con destruir la cuenca del río Orinoco, una de las más grandes e importantes del continente, alrededor de la cual se concentra la más rica fuente de biodiversidad y geodiversidad del país: el llamado Arco minero de Guayana. Después de arruinar PDVSA y dilapidar los más ingentes ingresos petroleros y fiscales de nuestra historia, ahora entrega la producción petrolera a los militares que son parte del fracaso de la actual gestión y el eje minero del país al capital transnacional, remata activos de la nación en el exterior, vende nuestras reservas en oro o las entrega en garantía para procurar nuevos endeudamientos.
El de Maduro es un gobierno débil y sin legitimidad que desoye el clamor nacional y desconoce la voluntad popular expresada en el voto. Lejos de abocarse a la solución de los problemas se ha convertido en el obstáculo principal para su superación, persistiendo en una estrategia de provocaciones y confrontación. Prevalido del control omnímodo que ejerce sobre el Tribunal Supremo de Justicia y demás Poderes Públicos, cercena las facultades contraloras y legislativas de la Asamblea Nacional y levanta un muro de contención para bloquear cualquier salida constitucional, democrática, pacífica y electoral a la presente situación. Tal estrategia solo busca salvar al gobierno pero no al país. La misma solo conducirá a una profundización de la crisis, precipitará un choque de poderes absolutamente innecesario e inconveniente para todos, terminará por arrasar los frágiles pilares en que aún se sustenta el gobierno, mas no podrá torcer la voluntad del pueblo ni impedir que se abran las compuertas para que fluyan los cambios.
Consideramos, sin embargo, que es una grave irresponsabilidad cerrar los caminos al clamor de la inmensa mayoría e ignorar los riesgos implícitos en una crisis de gobernabilidad como la que se está incubando, en medio de graves tensiones sociales acumuladas que a ratos amenazan con desbordarse por la pendiente de la violencia y la anarquía. El pueblo venezolano no tiene interés en dirimir sus problemas por senderos distintos a los pacíficos y democráticos ni merece ser sometido a nuevos y más terribles sufrimientos. Ya son muchos los padecimientos que ha debido soportar, como consecuencia de un gobierno que ha fracasado en la misión de brindarle a la nación soberanía, democracia, progreso y bienestar social creciente.
Venezuela, en definitiva, merece vivir mejor. Vivir mejor es posible. En consecuencia, convencidos de interpretar el sentir de la inmensa mayoría nacional, y con el corazón, la conciencia y la mirada puestos en los millones de compatriotas que a diario sufren los rigores de la peor crisis que hemos atravesado en años, Vanguardia Popular exhorta al ciudadano Presidente, Nicolás Maduro, a renunciar a su cargo, para hacer posible la conformación de un Gobierno de Unidad Nacional, independientemente de quien sustituya al Presidente en sus funciones y dando por sentado que el mismo habrá de ser escogido por el pueblo en elecciones libres. Dicho gobierno, amplio, plural y representativo de todos los sectores sociales y políticos del país, deberá adelantar un Programa de Emergencia Nacional consultado y consensuado, formulado desde la perspectiva de los intereses nacionales y populares, bajo la premisa de que sin los trabajadores y el pueblo no hay salida democrática ni progresista a la crisis del país.
Con motivo del 9º aniversario de su fundación, Vanguardia Popular presenta a la consideración del país esta propuesta, junto a nuestro Programa de Cambio de Rumbo, y junto a un fraternal llamado a todos los sectores democráticos, patrióticos, progresistas y populares para aunar esfuerzos en función de desarrollar un gran movimiento que interprete y canalice el reclamo de cambios. Es la hora de convertir el profundo y extendido malestar social reinante en un gran torrente de energías transformadoras orientadas a construir un país con SOBERANÍA, DEMOCRACIA, PROGRESO Y JUSTICIA SOCIAL.
Caracas, 11 de marzo de 2016
Comité Directivo Nacional de Vanguardia Popular
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