Este artículo forma parte del hilo conductor de varios de los publicados este año. Siempre con el propósito de estimular el debate franco en el seno de los sectores democráticos, para que diseñemos una política general cuyo eje central sea la UNIÓN y,como elementos conexos el protagonismo del pueblo, un proyecto integral que evite fraccionar nuestro accionar y un nuevo pacto social contentivo de un programa para reconstruir el país, que ha de concretarse a través de un Gobierno de Unidad Nacional.
Las derrotas propinadas a regímenes imperiales, despóticos, fascistas, dictatoriales o contra ejércitos invasores, se han logrado cuando sectores o fuerzas disimiles o irreconciliables, se han aliado. Enemigos secundarios pactan para enfrentar al enemigo principal o común, la frase “el enemigo de mi enemigo es mi amigo” no es abstracta.No olvidemos la alianza entre USA y la URSS para derrotar al nazi-fascismo alemán, la establecida en China entre dos enemigos a muerte,Mao Tse Tung y Chiang Kai Shek, para derrotar al ejército invasor japonés, la que llevó a la derrota de la dictadura de Pérez Jiménez ya la de Pinochet en Chile, o el pacto de la Moncloa firmado entre partidos disímiles y las federaciones de trabajadores tras la Muerte de Franco en España.
Experiencia en eso tiene el pueblo venezolano, y es que la gran mayoría de los derechos sociales, políticos y económicos se han conquistado a través de la lucha y de las alianzas.En estos 21 años de resistencia, ha sido el pueblo quien mejor ha asimilado la naturaleza del régimen, si no veamos las veces que con firmeza y sin distingos ha salido masivamente a las calles; sectores contrapuestos como el movimiento estudiantil y las autoridades universitarias han salido juntos a defender la universidad, los trabajadores y empresarios se han unido para enfrentar a quien destruyó el aparato productivo y el empleo. En cambio muy difícil ha sido lograr la unión del liderazgo político, allí todavía prevalecen los vicios del sectarismo, el protagonismo y el hegemonismo.
También es peliagudo unir a los chateadores compulsivos, dado que ellos disfrutan con el disentimiento y la mayor parte de las veces por nimiedades. Mientras no entendamos el ABC señalado por la historia, seguiremos desvariando; no hemos salido de la tiranía y hay candidatos presidenciales;otros cifran las esperanzas en una intervención extranjera, algo sobre lo que no poseemos gobernabilidad; están los políticos de la anti política persuadidos de que para lograr el cambio hay que salir primero de todos los políticos, pues según ellos, todos cohabitan con el régimen, estos desde el poder actuarían como cualquier tiranía; los que plantean la constituyente originaria como única salida; los electoralistas, quienes basan su tesis en irle quitando pedacitos de poder al enemigo a través de la ruta electoral;los que desean un infarto a Maduro. Lo grave de esto no es que haya infinidad de opiniones, sino que nos separen las diferencias.
Comenzar a enmendar los errores, pasa por enaltecer el respeto por el otro y por desechar los vestigios de discriminación y subestimación política; entendamos que sin el otro no avanzamos, que es clave que cada fuerza preserve su autonomía, que la unión se construye en la lucha del día a día, en medio de la diferencia y la diversidad, por ello la vigencia de aquella vieja consigna ¡La lucha une, la unidad del pueblo vence! Si por ejemplo se decide participar en elecciones, entonces, por analogía, no puede estar separada de la necesaria articulación de la protesta social, de un discurso que motive al pueblo para la acción política, de la escogencia de candidatos únicos que se correspondan con el compromiso de hacerle frente a la tiranía en el terreno que corresponda y desechar aquella dañina práctica de darle muerte a los acuerdos el día que se celebran las elecciones.Se trata entonces de evitar caer en distracciones, de enfocamos en lo principal o estratégico, que se resume en: trabajar en torno a las coincidencias; que cualquiera de las variantes tácticas que defendamos no nos dividan; y la construcción de una fuerza con capacidad de producir el desenlace.
Ing. Golfredo Dávila, de Vanguardia Popular
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