Lo que por mucho tiempo y por doquier la gente exclamaba “en este país algo tiene que pasar”, ya está sucediendo. La protesta ciudadana, estimulada por las políticas de hambre y entrega del régimen y por los últimos golpes de Estado asestados a la Constitución, no se hizo esperar, acelerada, además, por la represión, los asesinatos y la constituyente fascistoide que Maduro quiere imponer.
En política, la estrategia y la táctica surgen de una correcta interpretación de la realidad, de una acuciosa identificación de las tendencias en el complejo entramado de la crisis y de la planificación de acciones con objetivos debidamente compartidos por las mayorías. Ello implica, analizar las condiciones objetivas (caos) y subjetivas (conciencia) y caracterizar el movimiento espontáneo de protesta del pueblo.
Venezuela vive un momento estelar, está llegando la hora del cambio. Para Lenin, principal estratega de la revolución rusa de 1917, una situación es revolucionaria, cuando se cumplen las siguientes premisas: 1. La conciencia de un pueblo decidido a no seguir soportando la explotación y opresión por parte del poder y en consecuencia reclama cambios y 2. Que la crisis gubernamental sea de tal magnitud, que el poder no tenga posibilidad de sostenerse, empujando a toda la sociedad a la acción política, para desalojarlo.
Hoy, salvando, la distancia histórica e ideológica, el pueblo venezolano, está escenificando una rebelión civil, constitucional y democrática, con una participación de magnitudes nunca vistas. Entramos a una situación de cambio político radical, las mayorías tienen claridad en que el poder político es el problema principal del país y los dispositivos de oxigenación del régimen se agotaron. La crisis ha entrado en fase culminante y se avizora un desenlace.
Reiteramos que la constituyente corporativa, última maniobra del régimen, para usurpar las facultades constituyentes que inalienablemente le pertenecen al pueblo, se le revirtió. Ellos buscan tejerse un nuevo traje a la medida de sus pretensiones totalitarias y dictatoriales, para terminar de entregar la soberanía nacional a las transnacionales, anular o disolver la Asamblea Nacional, salir de la Fiscal General, eternizarse en el poder a objeto de seguir saqueando al país, pero les está saliendo el tiro por la culata.
Frente a su estrategia, hay en curso un proceso insurreccional de nuevo cuño, el panfleto ha sido sustituido por la información al instante a través de las redes sociales; las armas del pueblo hoy son su intelecto, su fuerza extraordinaria y masiva en la protesta, el enorme coraje y espíritu combativo exhibido en las calles, el desarrollo de formas de autodefensa popular frente a la represión y su firme determinación política por no dejar la lucha hasta tanto no se logre el cambio.
Eso no significa que el mandado está hecho, hay escollos por superar, uno de ellos es la conducción y dirección política, no se puede, por ejemplo, decidir entre jornada y jornada, lo que se va hacer al día siguiente, es clave innovar y una estrategia clara; se deben tomar medidas para frenar el foquismo y la aventura de ciertos grupos, que estimulados por la represión, se desbocan y caen en las provocaciones del gobierno, causando daños al movimiento; además, es perentorio hilvanar una línea discursiva que refleje los reclamos del pueblo y las soluciones alternativas, es decir, aunado a la convocatoria de elecciones generales, se debe colocar en la calle un programa consensuado, dirigido a resolver los graves problemas del país, la hambruna, la carestía de la vida, la escasez de medicinas, la producción nacional, la inseguridad, la corrupción, entre otros.
Ing. Golfredo Dávila, Secretario General de Vanguardia Popular en el Zulia
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