Golfredo Dávila: El Arte de la Guerra vs. El Arte de la Democracia

Golfredo Dávila: El Arte de la Guerra vs. El Arte de la Democracia

Hay dos visiones confrontadas, una muy cohesionada alrededor de la violencia y según algunos autores, aderezada con los postulados de Sun Tsu expuestos en el libro “El Arte de la Guerra”, del otro lado está la mayoría que anhela el cambio y la construcción de la democracia como forma de dirimir los asuntos públicos en una sociedad, lamentablemente atomizada.

La realidad que sufrimos tiene tantos diagnósticos como formas de pensar, coincidimos en que el modus vivendi del statu quo autoritario es catástrofe económica, caos social, anarquía institucional, ineptitud y latrocinio, combinado con las perversidades del despotismo, el abuso de poder, la discriminación, la exclusión, la mentira y el irrespeto hacia los ciudadanos. También coincidimos en la necesidad de salir del régimen para cambiar el rumbo del país, el problema está en el cómo o en la táctica, allí hay un archipiélago de diferencias.

El hecho de que las redes sociales estén inundadas de todo tipo de mensajes, demuestra la avidez de participación y el descontento. Pero se cometen errores que propician el desencuentro, y es que cada quien se asume poseedor de la verdad absoluta, están los que por su candidez, difunden como ciertos los rumores disparados por el G2 cubano; los que se acoplan a las directrices de los twitteros de Miami; y los que sin querer le hacen el juego al régimen, usando el insulto y la descalificación para “aplacar” al otro.

Muchas veces es la realidad la que impone los acuerdos, ejemplo, hay consenso en la presión de calle como vía para desoxigenar la moribunda tiranía, en ello coinciden los que plantean que estas mafias no salen del poder por la vía electoral, o que no se puede seguir confrontando a los violentos con tácticas democráticas; los que proponen la no violencia activa en la calle, sistemática y creciente, hasta llegar al momento del no retorno; y quienes asumen la salida constitucional, democrática, pacífica y electoral, por ser la menos traumática.

Lo cierto es que, por los errores en la conducción y la falta de resultados positivos de esta última opción, ha crecido la frustración, la incredulidad y la incertidumbre. Pero ¡ojo! Estas fallas no pueden empujarnos a caer en el terreno en el que ellos son duchos, es decir en el militar, en el arte del engaño, el ordeno y mando y la obediencia. Por el contrario, nuestra debilidad radica en que no hemos sido eficientes en el arte de la democracia.

Ejemplo, nos ufanamos de demócratas, pero queremos imponerle a los demás la vía que según nuestro parecer es la correcta; no se trata de reivindicar el ultrademocratismo, ni mucho menos aquella falsa premisa de que los pueblos nunca se equivocan, la idea es promover mayores espacios conversacionales, para opacar el modo dictatorial, expresado en el querer que todos hagan y digan lo que uno quiere. Es preferible que entre todos tomemos una decisión así sea equivocada, a que una persona o grupo imponga a las mayorías una decisión por muy acertada que ésta sea. 

Allí está el contraste radical entre el arte de la guerra, de un régimen perverso, con lo plasmado por Humberto Maturana en su libro “La Democracia es una Obra de Arte”. No se trata de loas a los comeflores ni al pacifismo, es un llamado a democratizar la toma de decisiones, sobre todo aquellas que nos involucran a todos; así como a consensuar un proyecto común de convivencia, que suprima el modo arcaico de las relaciones del Estado y la sociedad, desterrando la vieja política, la de aquellos que al llegar a un cargo público se creen monarcas, dueños de todo y consideran al pueblo como su súbdito.

Todo proceso de ascenso de la sociedad es gradual y evolutivo; es armónico, aunque no niega el conflicto ni la diferencia; propicia el conversar para acordar y coordinar acciones; promueve la expansión de ciudadanía, el respeto y el reconocimiento del otro; co-inspira el tratarnos como iguales, sin dominios de unos sobre otros. Eso es el vivir democrático en el bien-estar.

Ing. Golfredo Dávila, Secretario General Vanguardia Popular Zulia

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